EL LEGADO
Agradecimiento. Esa es la primera palabra que a uno podría venírsele a la cabeza si piensa en el legado que dejaron los Hermanos García Naveira a la ciudad de Betanzos. Una herencia material que hoy, más de un siglo después de su construcción, sigue siendo un ejemplo de arquitectura modernista y cosmopolita, de la que aún quedan en pie bellos ejemplos. Y una herencia inmaterial que es, sin duda, el mayor orgullo del que podemos presumir los betanceiros y betanceiras y un espejo en el que mirarse.
Los Hermanos García Naveira representan la figura del filántropo por excelencia. Hijos de labradores, emigrantes en busca de una vida mejor, trabajadores incansables, consiguieron el éxito muy lejos de la tierra que les vio nacer y de la que nunca se olvidaron. Precisamente ese arraigo y ese amor por su villa los llevo a consagrar parte de su fortuna en mejorar su Betanzos natal: creando puestos de trabajo, erradicando el analfabetismo, dotándolo de equipamientos y servicios para los más necesitados, para los colectivos más sensibles y vulnerables. Una vocación de servicio público, de generosidad, altruista, desinteresada… imposible de igualar.
Pues bien, ese es el espíritu que Betanzos necesita recuperar, debe de recuperar, si quiere volver a situarse como una de las ciudades más importantes de Galicia; si quiere volver a liderar una comarca de la que es cabecera pero en la que ha ido perdiendo peso paulatinamente en detrimento de otros concellos limítrofes. Ese es el camino que nos debería de guiar a todos los betanceiros y betanceiras, independientemente de los colores y las ideologías: la lucha por recuperar nuestro futuro, para construir un Betanzos mejor y más próspero, el Betanzos de las personas, generador de empleo, con servicios públicos de calidad, que se ocupe y preocupe de su patrimonio cultural, arquitectónico y medio ambiental; que busque los puntos en común y no las diferencias, porque sólo con la unión de todos y todas ese Betanzos será posible. Y en esas… Betanzos nos encontrará.